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ETIQUETAS
Actualmente, y desde hace algunos años, estamos invadidos por diversas normativas que, aunque no nos obligan, nos inculcan la necesidad de adquirir elementos de consumo de alta eficiencia energética. Como ya nos es conocida, la etiqueta de catalogación energética ya puede apreciarse en la gran mayoría de electrodomésticos y elementos eléctricos y electrónicos de consumo cotidianos, como televisores, lavadoras, bombillas, etc. Desde mediados de 2013, esta catalogación se ha llevado a los inmuebles, para determinar y cuantificar el consumo energético que requiere una vivienda para funcionar respecto a otra.
Aunque en cuanto a los electrodomésticos y demás aparatos electrónicos se refiere, existe una mentalidad de ahorro –mejor letra, menor consumo y mayor ahorro energético–. En el caso de las viviendas aún no se ha llegado a apreciar este concepto de ahorro. Por el momento se toma la calificación energética como un trámite más que hay que pasar para proceder la compra o alquiler de un inmueble, pero el concepto fundamental va más allá. Gran parte de las construcciones de la última burbuja inmobiliaria, previas en su mayoría a la entrada en vigor del Código Técnico de la Edificación (R.D. 314/2006) no se caracterizan por tener como premisa principal una construcción eficiente en términos energéticos. Este problema, sumado al agotamiento de los recursos energéticos no renovables y los cambios climáticos producidos por el aumento de las emisiones de CO2, ha generado la necesidad de mentalizar y concienciar a la sociedad en el ámbito del ahorro energético.
Basándose en este concepto, los edificios de nueva construcción están obligados por normativa a cumplir un máximo de emisiones y demanda de energía no renovable. Pero para viviendas y edificios existentes, se pretende crear un modelo de competitividad en el que el inmueble con mejor eficiencia energética (mejor letra en términos de calificación), sea preferente para su compra o alquiler. De este modo, se fomentaría, por parte de los propietarios, una iniciativa de mejora de las propiedades de su inmueble con el fin de mejorar la eficiencia energética minimizando las emisiones.
Para obtener una buena eficiencia energética, influyen diversos factores, como el clima, orientaciones, materialidad, tamaño de huecos, sombras, instalaciones, etc., los cuales se pueden clasificar como elementos activos y pasivos. A nivel general, en los elementos activos se pueden englobar todas aquellas instalaciones que buscan reducir el consumo de energía de fuentes no renovables, mientras en el grupo de los pasivos, se englobarían los sistemas constructivos que permiten reducir la demanda de energía, ya sea renovable o no.
En edificios existentes, hay que tener en cuenta que hay variables que no pueden ser modificadas, tanto por cuestiones técnicas como económicas. Pero existen otras modificaciones que pueden ayudar a disminuir el consumo y, por tanto, a mejorar considerablemente la eficiencia energética. Algunas de estas mejoras son las que se describen a continuación: