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Building Information Modeling (BIM), traducido al español como Modelo de Información del Edificio o Modelado Paramétrico del Edificio, no es una herramienta, es una metodología.
Aunque es un término que se está poniendo de “moda” y no resulta extraño pensar que el concepto BIM es algo actual producto del S. XXI, la realidad es que se remonta a los años 1960, favorecido por una serie de circunstancias que impulsaron su evolución.
La introducción de la tecnología informática en el proceso de diseño coincide con la primera fase de los métodos de investigación de esos años, intentando racionalizar el proyecto mediante algoritmos matemáticos y matrices. Desde entonces la computadora ha influido en la práctica profesional de los diseñadores.
Una forma de entender cómo funciona la metodología BIM habría que imaginar un proyecto de construcción. Multitud de planos apilados, de plantas, estructura, instalaciones, detalles constructivos, bocetos y croquis de cambios en el proyecto sobre los dibujos iniciales, catálogos de mobiliario, etc. Todos estos documentos describen partes del proyecto, pero ninguno describe todo. Cada uno corresponde a una sección del edificio, arquitectura, ingeniería, contratistas, fabricantes…pero no se encuentran integrados en un único elemento.
BIM es una metodología para la integración del proyecto en un único elemento y, además, también es una metodología de colaboración de todos los interesados que intervienen en el proceso constructivo. Por lo tanto, BIM no es simplemente utilizar un programa informático para construir virtualmente el edificio en 3D, esta es solo una herramienta de todo el proceso que conlleva el uso de esta metodología.
Una de las ventajas de BIM es que el edificio se construye dos veces: primero virtualmente y después físicamente. Este detalle puede ahorrar mucho tiempo y dinero en la detección temprana de errores, evitando interferencias constructivas que generan órdenes de cambio y solicitudes de información. Queda evidente que en dibujos en 2D no siempre se aprecian las interconexiones entre estructura e instalaciones (por ejemplo), y más aún cuando estos dos planos los generan personas distintas sin ningún tipo de comunicación. Con el software BIM se pueden detectar este tipo de conflictos de espacio y solucionarlos en la etapa de proyecto con costes mínimos.
Con BIM se genera un modelo único que contiene toda la información del proyecto, por lo tanto, debe contener todas las dimensiones que abarca. La dimensión 2D (dibujo) está referida a los planos CAD tradicionales de líneas, perspectivas, etc. La 3D (modelo) supone disponer un modelo 3D que permita la navegación a través de él, detectar colisiones, realizar simulaciones o montar maquetas virtuales. La 4D (tiempo) añade una programación del proceso constructivo con información para cada actividad planificada. La 5D (costo) incluye la información de la medición y costo del modelo BIM. La 6D y 7D se asocian a los análisis de sostenibilidad y la gestión y operación de la infraestructura.
El contenido de toda esta información en un único modelo (archivo) permite un gran ahorro de tiempo. Supongamos que con el proyecto casi terminado, el promotor requiere que se cambie una ventana. Tradicionalmente habría que cambiar la ventana en cada uno de los planos en los que aparezca, en las mediciones, y todos los documentos en los que aparezca. Si imaginamos que en vez de una ventana son varios elementos es fácil concluir que se convertiría en un proceso laborioso. Con un modelo BIM este proceso ahorra bastante tiempo: cambiando la ventana en el modelo único, automáticamente se actualizan las representaciones de planos de todo el proyecto, mediciones, etc.
Diversos países han creído necesario estandarizar estos procesos. Desde el año 2007, en Finlandia y Dinamarca se requiere el uso del BIM para proyectos del sector público. En los EE.UU., la GSA (Administración de Servicios General) dependiente del Gobierno, también obliga a utilizar BIM. En el año 2011, el Gobierno de Reino Unido anunció la adopción de BIM para proyectos públicos de más de 5 millones de libras, en un plazo de 5 años (a partir de 2016).
En Italia se pretende adaptar la tecnología BIM a partir del año 2017, y en España se han comprometido a implantarla a partir de 2018 en todas las obras públicas de nueva construcción que superen los 2 millones de euros.
Esto supondrá la obligatoriedad de adaptar los proyectos a BIM, y por tanto una oportunidad de los técnicos para encontrar un campo extenso de trabajo. Además, cabe esperar que otros países tomen un ejemplo y se adapten a lo que parece un trabajo más lógico y acorde con esta generación tecnológica.